En la noche oscura y desconocida los cimientos de mi cárcel fueron levantándose al percibir el ligero aroma de tu aliento experimentando simultáneamente libertad y éxtasis. La luna, perfecta obra de arte quedó inmóvil en su curso al fijar su postura sobre nuestros cuerpos unidos.
Poco a poco me dejó oír tu boca sus susurros de ansiosos de un sexo despierto desprendiéndose así tu aroma, tu lengua de desierto y oasis hizo despertar en mí las ganas de descubrir el secreto que se esconde bajo tu desnudez.
A Tairi y Joshua.