Después de tener a la muerte cerca, saludándote desde la acera de enfrente puedo entender lo que es la desesperación, saber lo que es dar vueltas sobre una misma pregunta y, al fin y al cabo, temer al mañana, mirándolo con recelo. Nunca me imaginé lo que sería capaz de hacer, lo que es capaz de hacer el ser humano por desafiar a la muerte, nunca pensé que un hecho como éste pudiese hacerte renunciar a tus ideas, cambiar de fe.
Ahora, después de entender lo que es quererte, y ver que también estás luchando porque querés quedarte, después de saber que puedo renunciar a todas mis ideas solo para tenerte, aunque sea un tanto egoísta, solo quiero que seas un milagro, mi milagro. Aún no tengo claro que vamos a hacer, pero estoy contigo.
L